Cataratas del Iguazú
En Brasil, más exactamente en Serra de Mar, nace el río Iguazú y, luego de 1300 km, desemboca en el Paraná, en la triple frontera entre Argentina, Paraguay y Brasil.
En su trayecto tiene una serie de saltos como el de Caixas, el de Santiago y el de Osorio pero, sin dudas, ninguno se compara al que forman las Carataras del Iguazú: en la mayor parte de su recorrido, el ancho del Iguazú varía entre los los 500 y los 1.000 metros, pero dentro del Parque hace un gran giro en U y se ensancha hasta llegar a los 1.500 metros; pocos kilómetros antes de la desembocadura en el río Paraná, los escollos e islotes lo fragmentan en varios brazos que, al llegar al gran desnivel originado por una falla geológica ocurrida hace miles de años, dan origen a un espectacular sistema de caídas de agua formado por más de 270 saltos que tienen una altura de entre 40 y 90 metros.
Pero «cuenta la leyenda que habitaba el río Iguazú una monstruosa criatura; una serpiente, por nombre Boi, a quien los indígenas habían de ofrecer en sacrificio cada año a una joven muchacha, arrojándola a los rápidos del Iguazú. Cierto año, al frente de una de esas tribus guaraníes llegó un joven, Tarobá. Cuando llegaron a la ceremonia de sacrificio, se enamoró perdidamente de la bella joven a la que ese año debían sacrificar. Por todos los medios, Tarobá intentó convencer a los ancianos de todas las tribus que se le perdonara la vida a Naipí, que así se llamaba la joven. Pero sus intentos fueron infructuosos. La joven había de ser sacrificada porque así lo quería la diosa Boi. Lejos de amedrentarse, Tarobá, la noche anterior al sacrificio, cogió su canoa, y llevando en ella a Naipí, la raptó.
Al enterarse de lo sucedido, Boi, la serpiente, los persiguió. Asomando su lomo en el río lo partió en dos, y originó así las grandes Cataratas del Iguazú. Tarobá y Naipí quedaron atrapados en esas aguas. Tarobá quedó convertido en árbol, justo encima de la Garganta del Diablo, mientras que la cabellera de Naipí se convirtieron en las impresionantes aguas que descienden turbulentas por la misma Garganta. Boi, la diosa, volvió a sumergirse, y desde el fondo de las cataratas vigila constantemente que Tarobá y Naipí no puedan unirse nuevamente…
Sin embargo, dicen los indígenas del lugar que cuando el arco iris se dibuja entre la bruma que se levanta allá abajo, donde rompe la catarata, Tarobá y Naipí unen su amor…» (Fuente)
Es una leyenda, claro, pero quizá sea una de las mejores maneras de explicar la belleza de este lugar y la emoción que produce.
El primer europeo que las describió fue Álvar Núñez Cabeza de Vaca, conquistador español, gobernador y Adelantado del Río de la Plata. En 1540, viajando hacia Asunción para hacerse cargo del Virreinato tras la muerte de Pedro de Mendoza, se encontró con las Cataratas a las que llamó Salto Santa María; con el tiempo fue reemplazado por Iguazú (I: agua, guazú: grande), tal como las llamaban los guaraníes.
Escribió: «da el agua en lo bajo de la tierra tan grande golpe que de muy lejos se oye, y la espuma del agua, como cae con tanta fuerza, sube en lo alto dos lanzas y más»
En 1609, comenzó el proceso evangelizador de los jesuitas de la Compañía de Jesús y a principios del siglo XVIII se instalaron cerca de las Cataratas con el objetivo de evangelizar al pueblo guaraní, pero cuando fueron expulsados la zona pasó al olvido; las tierras se compraron y vendieron, hasta que en 1882, las «redescubrieron» Carlos Bossetti y Jordan Hummell en 1882.
En 1901 llegó la primera excursión turística a las Cataratas y un año más tarde se presentó el proyecto de creación del Parque Nacional; en 1928, las 72.000 hectáreas de tierras en torno a las Cataratas, al sur del Río Iguazú, fueron compradas por el Estado a sus propietarios privados y en 1934 nació el Parque Nacional del Norte, que luego se denominó “Parque Nacional Iguazú.” Cinco años después, se creó el Parque Nacional do Iguaçu.
Así, las cataratas son parte de un ecosistema protegido en los lados brasilero y argentino por Parques Nacionales: el Parque Nacional do Iguaçu en Brasil y el Parque Nacional Iguazú en Argentina.
Un dicho dice que en el hermoso espectáculo que es visitar las Cataratas de Iguazú, el escenario se ubica del lado argentino y las plateas en el lado brasilero: del lado argentino uno entra al corazón de las cataratas y de la selva, ve las caídas de agua desde diferentes perspectivas y la Garganta del Diablo desde la misma línea de caída de sus aguas; desde los miradores del Parque Nacional do Iguaçú se tiene una preciosa vista panorámica del conjunto de los saltos.
Fuente imagen original: AirPano.com
Para recorrer las Cataratas del Iguazú, necesitamos por lo menos tres días, teniendo en cuenta que la mayoría de los aviones llegan después del mediodía por lo que, en general, la primer tarde se destina a recorrer los alrededores o disfrutar de la pileta del hotel. El lado brasileño es ideal hacerlo por la mañana (duar medio día), momento en que la posición del sol es mucho más favorable, mientras que recorrer el lado argentino lleva un día entero (Circuitos Superior, Inferior y Garganta del Diablo). Si quieren hacer excursiones como la de la Isla San Martin, la Aventura Náutica (embarcaciones semirígidas que nos acercan hasta la base de algunos de los saltos de agua) o la Gran Aventura (8 km en camiones que atraviesan la selva hasta al Puerto Macucoa, desde donde salen los gomones que recorren 6 km por los rápidos del río Iguazú), tendrían que destinar un día más al lado argentino.
Las mejores estaciones para ir son la primavera y el otoño porque el verano es muy cálido y húmedo y en invierno el nivel de las aguas es bajo y hay tanta gente, que no se puede disfrutar la visita. Es muy importante llevar sombrero, calzado cómodo, ropa liviana que no tengan problema en mojar, protector solar, repelente de insectos, una funda acuática para la cámara y una bolsita hermética para los documentos.
En cuanto a la documentación, recuerden que para ir al Parque Nacional en Brasil hay que cruzar la frontera por lo que hay que llevar DNI o pasaporte; para los más info pueden entrar acá.
Parque Nacional Iguazú
Creado en en 1934 para conservar las Cataratas y la biodiversidad que las rodea (una flora autóctona con más de 2000 especies, 450 especies de aves, 80 especies de mamíferos e incontables variedades de insectos), sus 67.620 hectáreas fueron declarados Patrimonio Natural de la Humanidad en 1984 y una de las nuevas Siete Maravillas Naturales del Mundo en 2011.
Dentro del Parque, el área «Cataratas», de unas 300 hectáreas está a cargo de la compañía que ganó en 1999 la licitación de las obras de re – acondicionamiento para poder responder a la gran cantidad de visitantes que recibía por día, mejorando la calidad en la atención pero preservando el medio ambiente. Tienen todo lo necesario para que uno pueda disfrutar de la visita sin dañar el parque: pasarelas, un tren ecológico, baños, restaurantes, sala de primeros auxilios, tiendas, kiosco, teléfonos públicos, pasarelas, etc.
Para esta excursión, que recorre el Circuito Superior, Inferior y la Garganta del Diablo, hay que dedicar un día entero. Lo ideal es llegar apenas abre el Parque, a las 8:00 de la mañana (cierra a las 18:00 hs.).
A metros del portal de acceso, se encuentra el Centro de Interpretación Yvyra Reta («el país de los árboles”), dos grandes salas temáticas, una sobre la naturaleza y otra sobre las actividades humanas en la región, donde nos explican qué es lo que vamos a ver en este parque.
A la Estación Cataratas, desde el que salen los senderos hacia los circuitos, se puede llegar en el trencito en cinco minutos o caminando por el Sendero Verde en veinte; al ser corto, vale la pena hacerlo a pie para poder estar bien cerca de la selva, de sus «sonidos», de sus animales. Una vez allí, se puede optar por recorrer el Circuito Superior, el Inferior o tomar el tren hacia la estación Garganta del Diablo.
El viaje hasta la estación Garganta del Diablo dura alrededor de 25 minutos en tren; también hay un sendero, pero va pegado a la vías así que la vista es la misma: la selva.
Una vez en la estación, vamos caminando por una pasarela de 1 km. que pasa por encima de varios brazos de agua hasta el mirador en el Salto Unión, que es el que da origen a la Garganta del Diablo.
Es indescriptible. El rugido ensordecedor del agua al caer, la bruma por la fuerza que tiene al llegar al fondo, los colores, el paisaje. Es hermoso. No hay imagen que pueda graficar lo que se siente estar frente a esa enorme cortina de agua.
Es cierto lo que dijo el titular de New 7 Wonder, Bernard Weber: “Las Cataratas del Iguazú son un lugar especial, donde uno puede vivir y sentir el poder de la naturaleza en toda su magnitud”.
El recorrido entero, ida y vuelta, dura aproximadamente 2 horas y aunque uno podría quedarse un buen rato frente a la Garganta, todavía hay mucho por recorrer.
El regreso es por la misma pasarela por la que llegamos. Subimos al tren, que nos lleva nuevamente a la Estación Cataratas, donde caminamos hasta el Circuito Superior.
Desde los miradores de este paseo que recorre el nivel superior del río Iguazú, se tienen preciosas vistas panorámicas de algunos saltos y se está muy cerca de otros. Las pasarelas pasan por encima de los saltos Dos Hermanas, Chico, Ramírez, Bossetti, Bernabé Méndez y Mbigua.
Regresando al punto de inicio y a pocos metros, comienza el Circuito Inferior. Este paseo comienza en la Plaza Dos Hermanas, donde hay comida rápida, cafetería, kiosko, tienda y sanitarios y dura aproximadamente dos horas.
El sendero de la izquierda tiene una particularidad: las pasarelas se internan en la frondosa vegetación y se transforman en escaleras; es una hermosa experiencia, ya que nos permite «vivir» la selva, «escuchar» sus sonidos y acercarnos a la misma base de los saltos. Pasamos por los saltos Lanusse y Alvar Nuñez y llegamos al mirador El Peñón, desde donde hay una hermosa vista de la Isla San Martín, el Salto homónimo, el río Iguazú y, a lo lejos, la Garganta del Diablo.
Los coatíes parecen unos animalitos simpáticos pero la realidad es diferente: los restos de comida en las mesas, los cestos de basura y los mismos visitantes (que les ofrecen alimentos para poder sacarles una foto o tocarlos, a pesar de las advertencias en carteles y de parte de los mismos guías) cambiaron sus hábitos alimentarios modificando, entre otras cosas, su conducta ya que son más agresivos.
Desde aquí, o tomando el sendero de la derecha en la Plaza, llegamos al Salto Bosetti. Tan cercano está, que es inevitable: todos terminan empapados.
Pero todavía hay una excursión que iguala o supera lo visto hasta ahora: la Garganta del Diablo iluminada por la luz de la luna.
Alrededor de las 20 hs., y después de una pequeña charla que hacen el guardaparques y los guías en donde se pide no realizar ruidos, apagar los celulares y evitar el uso del flash, tomamos una vez más el tren hasta la estación Garganta del Diablo y desde allí, se recorre a pie el resto del camino, pero esta vez de noche y en completo silencio.
Es imperdible caminar de noche por las pasarelas, pero llegar a la Garganta iluminada por la luz de la luna, es una emoción realmente fuerte.
Es una gran cortina pero, esta vez, de hilos plateados. No hay palabras para describir esta experiencia, pero si van a viajar a las Cataratas, averigüen cuales son las noches de luna llena!.
Lo ideal es ver el calendario lunar y contratar la excursión con anticipación porque los cupos son limitados a 120 personas por paseo y hay solo tres por noche (si se supende por mal tiempo, reintegran el dinero).
Para terminar el día, una cena en el restaurante La Selva.
Parque Nacional Do Iguaçú. Brasil.
El Parque Nacional do Iguaçu, a 28 kilómetros de la ciudad de Foz do Iguaçu, fue creado el 10 de enero de 1939, tiene una superficie total de 185.262,5 hectáreas y fue clasificado por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad en 1986.
La entrada del parque está a 11 km del comienzo de la única pasarela, por lo que el recorrido hasta su comienzo se hace en buses abiertos de doble piso.
La pasarela va bordeando la costa del río, en medio de la selva, por lo que se tienen diferentes perspectivas de las cataratas del lado argentino desde los miradores; además, desde uno de ellos, hay una hermosa vista a la Garganta del Diablo.
La senda termina en el mirador del Floriano, donde se puede casi tocar el salto, y desde el que también se ve el Santa María, los únicos del lado de Brasil. En la base del mirador, hay un ascensor de vidrio que conduce hasta la parte más alta de las cataratas donde la vista es digna de una postal (una antiguedad, pero ustedes me entienden).
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Después de esta escapada que hicimos, entendí por qué mis abuelos habían quedado enamorados de este lugar y así como ellos nos decían que teníamos que visitarlas, yo se los recomiendo a ustedes. ¡Es una experiencia inolvidable! No se van a arrepentir.
¡Nos leemos la próxima!
Gracias por compartir tu experiencia. Puedes decir el precio en dólares que cuesta entrar al parque? y cuánto demora uno en pasar del lado argentino al lado brasilero de las cataratas?
Hola, Luz!. Gracias por tu comentario.
En la página del Parque Nacional Iguazú (lado argentino), podés ver los precios en pesos:
http://www.iguazuargentina.com/
Y para ingresar al parque del lado brasilero, los precios están en reales en: http://www.cataratasdoiguacu.com.br
No sabría decirte cuanto se demora en ir de un parque al otro, pero te recomiendo hacer las excursiones en dos días diferentes: si bien el recorrido del lado de Brasil dura aproximadamente 3 horas, el del lado argentino lleva, por lo menos, entre 7 y 8 horas.
Saludos!!