Hipólito Bouchard: cuando California fue argentina

Hipólito Bouchard: El corsario Argentino que ocupó California

WASHINGTON.- «A las 8 horas desembarcamos, a las 10 era en mi poder la batería y la bandera de mi patria tremolaba en el asta de la fortaleza», dice la escueta, pero colorida bitácora de una fragata combativa que recorrió el mundo hace casi 187 años. Y por seis días, California, la costa oeste de lo que ahora son los Estados Unidos, fue de la Argentina.

Ocurrió entre el 24 y el 29 de noviembre de 1818, cuando el capitán Hipólito Bouchard tomó la pequeña fortaleza de Monterey, entre las entonces jóvenes ciudades de San Francisco y Los Angeles, en lo que aún era territorio de la corona española, en guerra contra las Provincias Unidas del Río de la Plata.

«Era la capital de la Alta California española, entre monasterios y presidios remotos. Todo el ejército español en la zona tenía unos 400 miembros y Monterey tendría unos 600 habitantes, que se retiraron cuando llegó Bouchard, saqueó lo que quedaba y prendió fuego el resto», explica a LA NACION el historiador aficionado Peter Uhrowczik.

Uhrowczik, nacido en Checoslovaquia, criado en la Argentina y residente en los Estados Unidos desde 1963, es autor del libro «La quema de Monterey: el ataque a California de 1818 por el corsario Bouchard», considerado por varios de sus pares el libro «definitivo» sobre aquellos seis días.

Uhrowczik recuerda, no obstante, que no resultó «una gesta heroica». «Esto no fue como San Martín en Perú; lo que ocurrió en Monterey fue algo pequeño. Bouchard y sus hombres desembarcaron, marcharon y capturaron el fuerte sin resistencia porque los españoles usaron su estrategia típica de retirarse hasta que se marcharan los agresores», destaca.

Algunos recuentos marcan que el gobernador español Pablo Vicente de Solá sólo había dejado allí 25 soldados para enfrentar a unos 200 marinos.

«Tan efectiva fue la retirada, que en los seis días que siguieron, Bouchard no habló con nadie porque todos se habían marchado y él también decidió seguir su lucha contra los españoles que comandaba el gobernador Solá en otras áreas aledañas», explica Uhrowczik.

Bouchard dejó, de todos modos, una marca en la historia. Además de varios monolitos y placas en distintos puntos de California, en un muelle de la ciudad de Santa Bárbara flamean las banderas de los países que alguna vez ocuparon California: España, Rusia, México, Estados Unidos… y la Argentina.

«Yo fui el que izó esa bandera argentina», dice a LA NACION el presidente de la Asociación de Intérpretes de la Corte de California, Carlos Cerecedo. Nacido en El Bolsón y criado en Bariloche, vive en Santa Bárbara, puerto que Bouchard amenazó con volar en pedazos en 1818 si no liberaban a tres de sus hombres.

Huella en la región.

Un segundo historiador de aquellos días, Gary Breschini, coincide en que Bouchard dejó una huella en la región, pero que aún se debate cuál. «En los Estados Unidos es considerado un corsario, pero en las zonas aledañas a Monterey es visto como un pirata, sin más. Depende de qué lado de la historia se quiera ver», dice a La Nación.

De barba larga, sombrero y vestimenta de pirata de película para chicos es como se lo recuerda, por lo pronto, en el Festival de la Misión de San Juan Capistrano, donde a fines de octubre de cada año se recrea su saqueo de los depósitos de la orden y la borrachera de sus marineros con sus vinos y licores.

Para Uhrowczik, que revisó las bitácoras de Bouchard y de su segundo, Peter Corney, a cargo de la corbeta Santa Rosa, eso no está tan claro.

Por Hugo Alconada Mon,Corresponsal en los EE.UU.

«Una persona que respetó reglas»

«Bouchard era una persona muy dura con sus tropas, casi brutal, pero que respetó ciertas reglas: no tocó las misiones, ni las iglesias, y cumplió con su objetivo de hostigar a los españoles en cualquier parte del mundo», dice el historiador aficionado Peter Uhrowczik, quien tuvo el apoyo del presidente de la Academia Nacional de la Historia, Miguel Angel De Marco, y del historiador naval Pablo Arguindeguy para profundizar su investigación.

El presidente de la Asociación de Intérpretes de la Corte de California, Carlos Cerecedo, también concluyó que Bouchard no era un pirata, ni mucho menos un forajido y decidió limpiar su nombre.

«Traduje todos los documentos sobre Bouchard y las bitácoras de su viaje y me presenté en la Justicia con una moción a mediados de 1997 -recuerda-. Y logré que el presidente de la Corte de Santa Barbara [por el juez Thomas R. Adams] ordenara que a partir de entonces, en el condado de Santa Bárbara a Bouchard sólo se lo puede citar como corsario, no pirata.»

Francés, veterano de las guerras de Napoleón, Bouchard también peleó junto con San Martín en la batalla de San Lorenzo y con Guillermo Brown contra naves y fortalezas españolas sobre las costas de Chile, Perú y Ecuador.

Ya ciudadano argentino, el 9 julio de 1817, en el primer aniversario de la independencia, se lanzó como corsario llevando consigo a otros dos marinos que dejarían surco propio: José María Piris y Tomás Espora. Con ellos circunvaló el mundo, con escalas en Madagascar, Filipinas y Hawai.

Fuente: La Nación

¿Quién fue Hipólito Bouchard?

Bouchard nació el 15 de enero de 1780, en Saint-Tropez, Francia. En 1798 se puso al servicio de la marina francesa contra los ingleses y, tras realizar varias campañas en Egipto y en Haití, en 1809 llegó a Buenos Aires en un barco francés, unos meses antes del comienzo de la Revolución de Mayo.

Al producirse la Revolución, se inclinó a apoyarla y fue nombrado segundo comandante de la recientemente creada flota nacional argentina, liderada por Juan Bautista Azopardo. El 2 de marzo de 1811, en San Nicolás de los Arroyos, tuvo una destacada actuación defendiendo a la revolución argentina, al enfrentarse, al mando del bergantín 25 de Mayo, a la escuadrilla realista comandada por el capitán de navío Jacinto de Romarate; también sobresalió al enfrentarse a las naves españolas que bloquearon Buenos Aires entre  julio y agosto de 1811.

En marzo de 1812, se alistó en el Regimiento de Granaderos a Caballo bajo el mando de José de San Martín y participó en el Combate de San Lorenzo, donde conquistó una de las banderas del enemigo, razón que llevó a la Asamblea Constituyente a concederle la ciudadanía de las Provincias Unidas del Río de la Plata. En 1813, año en que se casa con Norberta Merlo, San Martín no dudó en recomendárselo al almirante Guillermo Brown.

Bouchard abandonó el Regimiento de Granaderos a Caballo y retornó a su vida de marino. En septiembre de 1815, el Director Supremo Ignacio Álvarez Thomas le otorgó la patente de corso (la táctica naval llamada corso consistía en equipar a barcos particulares en tiempos de guerra con armamentos apropiados y con permiso de su soberano, capturar y saquear a todos los barcos mercantes enemigo en tiempos de guerra) para ponerse al mando de la corbetaHalcón.

A fines de 1815, en la Isla de la Mocha, Bouchard se reunió con Guillermo Brown para coordinar acciones conjuntas; acordaron que Brown sería el comandante general de la expedición y, aunque Bouchard aceptó, no estaba de acuerdo con el plan de Brown que consistía en bloquear la fortaleza española El Callao, la plaza más poderosa de España en América.

La campaña, formada por los tres barcos de la pequeña flota corsaria dirigida por Brown (la fragata «Hércules», el bergantín «Santísima Trinidad» y la corbeta «Halcón», al mando de Bouchard) hundieron la fragata «Fuente Hermosa» y capturaron fragatas españolas, entre ellas la «Consecuencia».

En un ataque a Guayaquil, Brown fue capturado por las fuerzas españolas. Bouchard y el hermano de Brown,  negociaron un canje para recuperarlo a cambio de ceder gran parte del botín obtenido. Bouchard le avisa a Brown que vuelve a Buenos Aires por problemas con su barco; al reatrir «las ganancias», le toca la «Consecuencia» que luego rebautizó «La Argentina».

A mediados de 1816, desembarcó en Buenos Aires y comenzó a prepararse para una nueva expedición corsaria, que comenzó el 9 de julio del año siguiente, cuando zarpó con La Argentina desde la ensenada de Barragán para cumplir un crucero de corso por dos.

En Madagascar, frustró el embarco de esclavos que estaban a punto de concretar tres buques ingleses y uno francés, ya que la lucha contra la esclavitud era una de las instrucciones del gobierno a Bouchard; camino a Filipinas, logró rechazar el ataque de cinco buques piratas malayos; bloqueó Luzón, hundió dieciséis barcos, abordó otros dieciséis y apresó a cuatrocientos realistas.

Decidió ir a China, en busca de más naves españolas pero en el viaje «La Argentina» estuvo a punto de zozobrar por las fuertes tormentas que debió afrontar y varios tripulantes murieron; además, los víveres volvieron a escasear. Bouchard revió su plan y se dirigió hacia las Islas Sandwich (hoy Hawaii,) para reaprovisionarse y recuperar a su tripulación. En las memorias de José Piris, integrante de la expedición, dice que Bouchard se entrevistó con el rey Kamehameha y firmó un tratado haciéndole reconocer la Independencia Argentina, proclamada por el Congreso de Tucumán; sin embargo, esto no figura ni en la bitácora de Hipólito Bouchard ni en ninguna otra fuente.

Lo que sí es cierto es que Kamehameha le proveyó a Bouchard 100 marinos y le devolvió la goleta Chacabuco,capturada por sus hombres. La flota, compuesta ahora por franceses, argentinos y hawaianos, puso proa a California y llegó a su capital, Monterrey, el 22 de julio de 1818 junto a la «Santa Rosa», que quedó varada y en minutos fue acribillada. Tras duros combates, logró tomar el fuerte y hace flamear la bandera de Belgrano:  durante seis días, California fue argentina.

Luego, arrasaró la misión de San Juan, Santa Bárbara y otros poblados españoles de alta y baja California, bloquearó el puerto de San Blas y atacó Acapulco de México; en Guatemala, destruyó Sonsonate y capturó bergantines españoles; en Nicaragua tomó Realejo, el principal puerto español en los mares de Sur, y se apoderó de cuatro buques españoles; bajó hacia el Perú siguió hostigando las posiciones españolas sobre el Pacífico. Al llegar al puerto de Valparaíso el 12 de julio de 1819, por orden del vicealmirante escocés Lord Cochrane, fue arrestado bajo cargos de piratería y se le confiscó su cargamento; luego de un juicio de varios meses obtuvo la libertad y le devolvieron “La Argentina”.

Bouchard se integró a la Expedición Libertadora al Perú y cuando San Martín creó la escuadra peruana, le dio el mando de la fragata “ Prueba ”, la más importante de la flota.

En 1828, se retiró del servicio activo y fundó un gran ingenio azucarero,“La Buena Suerte”; allí murió asesinado por un peón el 4 de noviembre de 1837. Sus restos estuvieron perdidos por más de 120 años, hasta que en junio de 1962 fueron encontrados en una cripta olvidada de una parroquia en Nazca, Perú.

Sin embargo, sus restos recién fueron exhumados y repatriados a Buenos Aires el 6 de julio de 1962 en el crucero “La Argentina”, ya que estuvieron perdidos durante mas de 120 años hasta que se los encontraron en una cripta de una parroquia de Nazca, Perú.

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