«MI ANALISTA ME DIJO QUE SOY UN PSICÓPATA»

Lo prometido es deuda. Perdón por la tardanza pero el deber llamaba, y llamaba a gritos!
Ahora, que pasa, este tipo que te atiende es un groso (o esta mina claro está) y uno muchas veces, más tarde o más temprano, empieza a escuchar con otros oídos sus palabras. ¿A qué me refiero? A que te empezás a autorizar en ese espacio acerca de tus decisiones, tu nueva posición, te vas creyendo cada vez más ese nuevo ser que se esconde, tímido, debajo de tus ropas. Cada vez estás más seguro/a de que tu vieja no es la dueña de tu vida, de que no tenés por que heredar el negocio de tu viejo y de que deberías dejar a esa mujer por la que hace años no sentís más que un tibio afecto.
Entonces, quieras o no, todas estas “construcciones” se fueron dando bajo la oreja y la voz de tu analista. No olvides que de él vienen las intervenciones (no todas, pero sobre todo las más reveladoras) y que si vos estás en una transferencia positiva (cosa que sería esperable, porque de otra manera no se puede trabajar) vas a darle más relevancia a sus palabras que a las de tu vecina doña chola. Vas a elevar lo que vos creés que son “sus opiniones sobre mi caso” al estatuto de “verdad” de alguien que la ve, y la ve clara, mucho más clara que vos por lo menos, que sos el que está loco, ¿no?
Es así, uno los admira, los idealiza, esos comentarios certeros nos dejan perplejos y admirados de sus capacidades de sondear nuestras almas hasta lugares que ni vos conocés. Y también empieza a crecer la gratitud en la gran mayoría de casos, porque tu vida empieza a mejorar, o porque te sentís un poco mejor, o lográs hacer algún cambio, o mover alguna ficha que te parecía tan imposible como el muro de Berlín (al final caen igual, viste?).
¿Cuál es el problema en todo esto que estoy diciendo?
Que hasta acá parece que el analista está de tu lado. Vos vas y llorás, puteás al mundo entero, jugás a la víctima, o al victimario. Y parece que como es tu espacio, y toda esa verdad es tuya y válida, tenés todo el derecho y todas esas posiciones son un poco “ciertas”. Puede que vos construyas una idea de vos o de tu patología o creas que la construyó él, ya no puedo opinar de todo eso porque es finísimo el borde entre algunas cosas.
El problema, al fin llegué, es que eso te va dando un nombre. El problema es que eso te de un nombre: “yo soy una histérica” “yo soy un neurótico obsesivo” “yo soy la víctima” “yo soy el culpable” “yo soy el varón que mi papá quiso y mi mamá no”, etc, etc.
Nada de eso, no SOS ninguna de esas cosas como condensaciones o coagulaciones de tu “esencia”. ¡¡¡¡No hay ningún sentido intrínseco a nuestra existencia dado de antemano. O por lo menos no podemos adherir a esto!!!!
Poco a poco te vas armando una idea de vos, y lo mejor (hay que decirlo) es que sea buena. Es que sea parte de una “reconstrucción” que te devuelva, básicamente, tu capacidad de producción y disfrute. Deberías irte caminando por la vereda pensando: “voy a ser un gran analista de sistemas”, “no soy un perdedor”, “soy una mujer tan bella como todas las demás”, y cosas por el estilo. Y es en estas cosas, que habrás construido en análisis, en las que vas a sentir que tu analista piensa lo mismo.
Es fácil empezar a comer de ese plato. Pero ¿qué pasa si en vez de todo esto tu analista te dice “usted es un obsesivo irremediable, va a dañar a todos los que dice amar” o “usted es un psicópata, yo no tengo nada que hacer con psicopatía como la suya” o aún “usted es un perverso y yo no voy a prestarme como instrumento de su goce, fuera de mi consultorio”? (al margen, cualquiera de estas cosas es una barbaridad porque tengas la estructura que tengas tenés derecho a tratamiento. Y si el especialista con quien estás no tiene la idoneidad necesaria para tratarte debe tratarte con respeto y sugerirte otro tratamiento, por ejemplo)
Esto es bien distinto, ¿no? No sería esperable que un/a analista se comportara así, pero pasar, pasa.
Y ahora, ¿qué hacemos? Digo, por que este tipo era un capo, estaba en tu misma frecuencia, vos hace años que lo escuchas con atención y das crédito a sus interpretaciones….
Voy a ir terminando: por este camino estás jodido. (Y acá me sirven de pie algunos comentarios que me hicieron sobre el post anterior).
El/la analista es una persona, y su mirada no es la única. De hecho si hicieras varios análisis a lo largo de tu vida con diversos analistas, tendrías varios historizaciones posibles de vos, varias versiones de tu vida, muy diversas consecuencias.
O sea: NO LO ENDIOSES, es un ser humano, preparado sí, que está mirado bien profundo a otro y tratando de ayudarlo; pero no más que eso. Puede que de cabezas como la suya esté adoquinado el camino que va al infierno. Lo que quiero decir es que por cien millones de razones las buenas intenciones no bastan y hasta pueden ser las madres de las peores cagadas.
No te compres un discurso que suponés es el de tu analista, no te autorices en él/ella. Porque si lo  hacés, el día que te “dicen” algo que no esperabas y con lo que hasta estás en desacuerdo, te venís abajo como un piano. Él/ella no es la única/o en el mundo.
Por favor no hagas el cliché de que te fue mal con UN analista y no vas nunca más a ninguno porque están todos locos, o no saben nada o la terapia no sirve. Una sola buena experiencia va a contrabalancear varias malas, creeme.

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11 Comentarios
  1. Divan el Terrible