Mírame y te diré quién soy

Fue hace unos tres o cuatro días, cuando me propuse comenzar a escribir este humilde artículo. De repente mi mente comenzó a jugarme una mala pasada… las ideas parecían no llegar a ningún puerto seguro, el ruido más insignificante e insólito se transformaba en la molestia más inmensa y perturbadora que pueda haber experimentado alguna vez al estar sentada frente a la PC.

Así, llegué a la conclusión de que realmente lo que necesitaba era “inspiración”, por lo que decidí salir de casa y me dirigí hacia la parada de mi colectivo favorito ( el 160 por si no había quedado claro en el artículo anterior!). Sabía que no iba a ser nada fácil, mi mente obsesionada con escribir algo que no sabía como traducir en palabras, la temperatura que rondaba los 32º y la presión que yo misma me imponía por escribir… parecía imposible poder llegar a algo, sin embargo cuando menos me lo esperaba…           

Queridos lectores les presento el tema de hoy: “La Mirada que nos construye”.

Paso a relatarles cómo es que este tema se volvió central durante mi viaje…

Llegué a la parada donde habitualmente tomo el colectivo, para quien no conoce, le informo que es una parada muy tranquila en donde generalmente no hay mucha gente, y para mi sorpresa casual o causalmente ese día había una cantidad considerable de personas esperando, al igual que yo,  su colectivo. Fue en ese momento cuando una señora, por cierto de edad mayor, giró su cabeza a 90º aproximadamente, para ser exacta, y se detuvo a observarme; al instante comprendí que era lógico que la llegada de otra persona a la parada del colectivo, inquietara a esta mujer como le podría haber sucedido a cualquier otra persona. Pero luego comencé a darme cuenta cómo me observaba esta señora, por un momento llegué a sentir que esta mujer había realizado un verdadero identikit de mi persona. Esos minutos, porque no fueron más que unos pocos minutos, lograron realmente invadir mi persona  de manera imprevista! Fue allí cuando me pregunté: ¿Por qué será que la mirada del otro puede resultarnos, en más de una oportunidad, tan significativa?

Un gran número de pensadores, trataron este tema con mucha seriedad y en forma realmente especial, me refiero a aquellos que siguieron el  “Enfoque Existencialista”.  Desde allí, una de las conclusiones a las que  se ha arribado, es justamente que en el intercambio de las miradas  nos afirmamos, dándonos verdadera presencia.

Es la mirada de uno al otro la primera forma de comunicación.  La mirada se adelanta a las palabras; esto me recuerda, en parte, a la situación que plantea el psicoanálisis sobre el primer contacto del niño con el pecho materno. Aquel encuentro, en donde  se cruzan las miradas de madre e hijo, anudadas por la  primera y fantástica experiencia de satisfacción que recibe el niño, cuando su madre a través de la leche de su pecho lo llena del amor y  la contención que él espera recibir.

La mirada se dirige al conjunto, pero se detiene en los ojos  del otro buscando revelar el ser interior más oculto.

Según los existencialistas, la mirada auténtica  se da en el momento en que la mirada lanzada hacia el otro coincide o se identifica con la mirada lanzada hacia si mismo.  Se  trata de una menta difícil de alcanzar… ser para el otro, lo que se es para si.

Por todo esto quizás existe esta tendencia a buscar la mirada del otro, o a realmente creer en al sinceridad del otro sólo cuando nos esta mirando a los ojos… por ello, tal vez, una mirada pueda intimidarnos de la  misma forma que hoy lo hizo esta desconocida conmigo, abriendo así, como si fuera la reacción de un acto reflejo, la puerta para dejar salir una vez más estos locos  pero más que sinceros pensamientos…

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