Que el destino siga su curso…

Frente a determinadas circunstancias de la vida, bajo la presencia de pequeños o grandes obstáculos, parece una reacción habitual que una persona se incline hacia una determinada creencia. Es importante dejar en claro desde un comienzo que no es posible homologar el término creencia al de religión, a pesar de que las diferentes formas de religión existentes en el mundo planteen algún tipo de ser en quien depositar la fe y por ello se las ubique dentro del campo de las creencias.

El motivo que mueve a una persona generalmente a creer en algo o en alguien, es la búsqueda de apoyo, contención y sostén. La persona que cree, se siente resguardada bajo esa fe, esta protección se acompaña bajo una modalidad latente en el día a día, sin embargo podemos observar como se intensifica de acuerdo al tipo de situación que una persona pueda atravesar; es común que mediante una creencia, la persona trate de justificar aquello que hoy le provoca tanto sufrimiento. Así como también se vuelve predecible que una persona que es muy creyente, pueda llegar a renegar de esa creencia cuando la vida la ponga a prueba con algún tipo de sufrimiento.

En definitiva, podemos observar como existe en el ser humano una fuerte necesidad por aferrarse a algún tipo de sentimiento ya sea para buscar una explicación a su existencia o para renegar de ella.

Sin más aclaraciones, vamos a introducirnos en el tema principal del post de hoy, que aparece como una de las tantas formas de creencias en las cuales se respalda el hombre y se presenta bajo el titulo de “Destino”.

No parece nada nuevo afirmar que una gran parte de la sociedad cree fuertemente en el poder del destino y es frecuente el sentimiento de impotencia que experimenta el ser humano al estar bajo el ala de éste y depender del curso que el mismo depare para su vida.

El diccionario define a la palabra Destino como: “la voluntad divina que regula de una manera fatal los acontecimientos futuros a los que una persona o una cosa van a llegar inevitablemente”.

El hecho de que remarque el concepto de voluntad divina radica en que este término resulta fundamental para dejar totalmente en claro, sólo en dos simples palabras, que “destino” implica la perdida total de autonomía del ser humano, su libertad y su poder de decisión quedan supeditados bajo esta fuerza que guía el camino de ese ser. Al hablar del concepto de divinidad, se hace referencia a algo superior, no humano, no visible, pero si con el poder suficiente como para manifestarse a través de las conductas de cada una de las personas.

Es evidente, entonces, que algunas personas que atraviesan situaciones límites, que las superan interna y externamente, pueden llegar a buscar apoyo bajo la idea de que el destino les deparó estas experiencias que hoy les toca atravesar y muy posiblemente lo haya hecho con alguna intención particular, que quizás solo con el tiempo se develará para alcanzar su comprensión.

Este camino reflexivo, que logran algunas personas, tal vez a simple vista resulte sencillo pero en realidad requiere de un gran poder de sensibilización y conexión con uno mismo.

Hace poco leí en un libro un relato que me llamó mucho la atención y me dejó pensando por un largo rato, me gustaría ahora compartirlo con ustedes ya que hace verdadera alusión al tema del que estamos hablando:

Muerte en Teherán

“En cierta ocasión, un hombre persa rico y poderoso paseaba por el jardín con uno de sus criados, compungido éste porque acababa de encontrarse con la muerte, quien le había amenazado. Suplicaba a su amo que le pasara el caballo más veloz que tuviese y así poder apresurarse y escapar a Teherán aquella misma tarde. El amo accedió y el sirviente se alejó al galope. Al regresar a su casa el amo también se encontró a la muerte y le preguntó: “¿Por qué has asustado y atemorizado a mi criado?”“Yo no le he amenazado, sólo mostré mi sorpresa al verle aquí cuando en mis planes estaba encontrarle esta noche en Teherán”, contestó la muerte “.

Creo que estas palabras ejemplifican claramente lo dicho más arriba.

Por ultimo me gustaría aclarar que considero al destino como un factor clave en la vida de una persona, no creo en las casualidades sino en las causalidades, todo lo que nos ocurre tiene algún fin aunque este no se nos aparezca inmediatamente y en forma clara.

Sin embargo, a pesar de su gran magnitud no creo que el destino estuviera a favor de que estemos demasiado pendientes de su tarea, simplemente saber que está allí ya es suficiente.

La misión que completa al hombre desde su llegada al mundo es justamente su existencia, vivir, tarea que no resulta sencilla y que implica darle importancia al pasado, es decir, no olvidar los errores cometidos y las enseñanzas que estos dejaron… al presente, vivir con intensidad cada nuevo día… y nunca olvidar que el alimento que nutre el vivenciar humano es siempre la posibilidad de proyectar hacia delante; lo que implica que más allá del camino que el destino nos haya dibujado, recorrerlo siempre será toda una aventura!

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