Sigamos Pensando

Ahora sí, veamos un poco la siguiente situación: un determinado día de un determinado año colocamos un adoquín en el primer banco de la primera fila del Aula Mayor de la Facultad de Psicología dependiente de la Universidad de Buenos Aires. 5 años después regresamos al Aula Mayor: a nuestro adoquín le ha crecido pelo y ostenta un título, es el Licenciado Adoquín.
Ahora bien, hete aquí que somos nosotros los que hemos caído en las manos del Licenciado Adoquín ¿qué hacer?
No me digas que esta no es tu escena temida, debe ser el fantasma fundamental de todo no analizado: ¿a quién le estoy confiando mi salud psíquica? ¿y este/a de donde salió?
Ni hablar de que la mayoría ni siquiera sabe frente a que opciones está realmente (¿no entendés de qué estoy hablando? Remitite a mi post 1 y 2)
Reconozco que en una época, cuando mi indignación era tan nueva como mi convicción de que había algo para hacer al respecto, creía que con una breve guía de cada escuela u orientación; y simplemente preguntándole al profesional de turno, bastaría para elegir lo que cada uno considerase mejor y obtener los beneficios esperados.
Esto no resuelve el problema.  Al margen de que considero que toda persona que quiera analizarse o tratarse psicológicamente debería informarse para elegir desde las ganas que tipo de tratamiento desea probar (no me creas a mi, acercate a las tutorías clínicas de la facultad y vas a conseguir todo tipo de asesoramiento y te vas a encontrar con profesionales de ley de todas las orientaciones) Ahora, supongamos que sabemos que querés un psicoanalista lacaniano porque escuchaste mucho acerca de Lacan, y está de moda, y una amiga te dijo que es lo más, y, y, y…
Llamás a un teléfono, concertás una entrevista y te presentás luciendo tu mejor impostura viril o tu mascarada femenina y ahí, en la tierra prometida (sobre el escritorio) se encuentra el Santo Grial de tus certezas: “Radiofonía y Televisión” de Lacan.
Ya no hay que temer, ya no hay que dudar, hemos llegado al lugar indicado y nuestros temores se alejan, estamos frente a un lacaniano, es más, frente a un fanático, un seguidor, que no se despega de sus libros ni a la hora de atender, te parece que no existe mejor promesa de ortodoxia que esa.
Ahora yo me pregunto ¿esto es un dato? ¿de qué te sirve? Me refiero a ¿Quién carajo te dijo semejante cosa? Hay cien millones de razones por las que ese libro puede estar ahí. Por ejemplo puede que ese sea un consultorio de alquiler y esté lleno de material de otras personas: por ejemplo ese libro. Puede que el paciente anterior a vos se lo haya regalado a tu analista recién y él lo haya dejado sobre la mesa. Puede que se lo hayan prestado porque quería conocer algo de Lacan ya que nunca leyó nada y lo tenga ahí para devolverlo dentro de un momento. Puede que lo tenga aprontado para la próxima quema de libros de Lacan a manos de un grupo fundamentalista en su contra. Te lo dije, miles de razones.  O sea, vos quisiste ver en un libro a un lacaniano.
¿Qué hacemos? ¿preguntamos entonces al entrar al consultorio que línea sigue nuestro próximo terapeuta? No me parece, además el psicólogo te va a esquivar por excelencia. Nos informamos antes, eso es lo que tenés que hacer. Averiguá a donde estás llamando. Te paso un dato rapidito para que no pierdas tiempo: tirá la cartilla de tu obra social por el excusado (mejor no, seguro que se tapa) esa enorme lista que ves frente a tus ojos son TODOS psicoterapeutas, ni un analista, te lo aseguro. ¿por qué? la razón es muy simple, quieren pagar poco. La psicoterapia es por definición un tratamiento corto (si no fue así en tu caso, nuevamente, te estafaron) y el psicoanálisis uno largo (estamos hablando de por lo menos un par de años). Tu obra social sólo está dispuesta a invertir en tu noble testa apenas unos …digamos…cuatro meses de tratamiento!!!
Es más, para que te reintegren o te cubran algo, vas a tener que presentar un diagnóstico de tu psicoterapeuta que diga el tiempo aproximado que vas a estar en tratamiento. Freud decía que el diagnóstico definitivo debería hacerse a la salida de un tratamiento, no a la entrada. Al comienzo el analista no sabe nada.
Este diagnóstico que le pide la obra social debe ser hecho según los parámetros del DSM IV o el CIE 10,  te cuento que son dos manuales de psiquiatría que no tienen nada que ver con el psicoanálisis sino con el Prozac. Todos apuntan a tratamientos psiquiátricos o psicoterapéuticos breves. Terapias breves para problemas largos, mmmm, mala combinación.
Así que, ojo avizor a la hora de elegir.
Esto no nos salva de no saber que es lo que debería suceder después. De esto se trata justamente mi próximo post.

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  1. Fer
  2. Divan el Terrible