Un Hotel que mete Miedo

Hoy, en medio mundo, la gente tiene pesadillas. En España el típico día de mala suerte es el «martes y 13», pero desde el número de la empanadilla de Móstoles el personal se lo toma más a cachondeo que a otra cosa. Poco a poco, se ha impuesto la fecha anglosajona como día de maldad y terror. En ello ha influido bastante la mítica película «Viernes 13» (sus nueve secuelas también han aportado lo suyo) y el tal Jason, un mortal asesino de quinceañeros que ocultaba su rostro tras una máscara de hockey.

A lo largo de diez películas y más de veinte años (la primera de la saga se estrenó allá por 1980) el bueno de Jason ha ido muriendo y reviviendo de variadas maneras, asesinando siempre a diestro y siniestro, mostrando con el paso del tiempo una especial predilección por los cuchillos de gran formato. En la décima entrega de la serie, Jason, de apellido Voorhees, era muerto y remuerto definitivamente. Pues bien,… Jason ha vuelto (esto tampoco es noticia). Y está en España (esto sí).

Aunque resulte difícil de creer, lo cierto es que el asesino de la máscara ha traspasado la pantalla y se ha ido a vivir a un hotel maldito. Además, se ha rodeado de tipos poco recomendables, con ojeras milenarias y dientes largos. Si alguien quiere emociones fuertes, el Hotel Burn, en PortAventura, es su destino ideal. Tener de compañeros de encontraste el mp3 escondido??habitación a la madre de Norman Bates (el de «Psicosis») o al mismísimo conde Drácula es posible hasta el próximo 12 de noviembre. Se recomienda estar fuerte del corazón.

Y como Halloween es mucho miedo, en PortAventura se han inventado un programa lleno de terror para que los amantes del género se lo pasen en grande. La estrella del programa se llama Hotel Burn. Se trata de una pequeña parte de otro hotel más grande (Hotel el Paso), que la organización se ha encargado de convertir en una verdadera casa encantada. Los inquilinos que deseen pasar una noche en el Hotel Burn deben saber que entre las ocho de la tarde y las dos de la madrugada todo puede pasar en el interior del recinto. Durante ese tiempo, asesinos, vampiros, muertos vivientes y zombies de toda condición recorren los pasillos y las habitaciones del hotel. No sirve encerrarse con llave. Ellos pueden entrar. Y dan sustos. Muchos sustos. Si uno disfruta con el terror, lo pasará en grande.

El hotel apenas tiene luz. Las ventanas han sido selladas y las habitaciones están decoradas con todo tipo de iconografía «gore». Las cortinas de la ducha están manchadas de sangre al más puro estilo «Psicosis» y el señor Jack Torrance (aquel loco de «El Resplandor» genialmente interpretado por Jack Nicholson) se ha encargado de garabatearhey! hay un mp3 escondido!!!! en los espejos todo tipo de mensajes demenciales. Para colmo, el hilo musical del hotel no deja de emitir lamentos de niños que piden auxilio y melodías lúgubres y angustiosas. Allí no se va a descansar. Allí se va a pasar miedo.

Cuando llegan las ocho de la tarde, la televisión deja de funcionar. Cuando el cliente sale al pasillo para preguntar el motivo, se da cuenta de que no hay pasillo. Todo está oscuro y lleno de humo artificial. Apenas se ve a un metro de distancia. La música ambiente se vuelve más claustrofóbica. El cliente sabe que no le puede pasar nada, que eso es sólo una atracción turística más… pero empieza a tener dudas. Empieza a tener miedo de verdad. De repente, la música deja de sonar. Los clientes se refugian en sus habitaciones. Cierran con llave, aunque saben que eso no servirá para nada. Sus habitaciones todavía tienen luz. Y rezan para que sigan teniendo.

la ultima oportundidad. HAY UN MP3 ESCONDIDO!!!!El silencio transforma el miedo en pánico. No se escucha nada. La tensión aumenta. Nada. Unos pasos, lentos, avanzan por el pasillo. Un cliente nota como alguien está entrando en su habitación. Lo hace con sumo cuidado, silenciosamente. El cliente no se atreve a mirar. Un segundo más tarde ya no ve nada. Alguien ha quitado la tarjeta que conecta la luz. Está a oscuras y solo puede gritar. Y grita. Grita tanto como puede, liberando adrenalina al tiempo que una mano huesuda le toca la cara. Grita más alto. Grita desesperado intentado encontrar la salida. El resto de inquilinos sabe que ahora les toca a ellos. El espectáculo ha comenzado… y quedan seis horas de gritos.

Fuente: NotciasYa.com

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