Los chinos luchan con las manos desnudas contra la marea negra
Un vertido incontrolado en el mar Amarillo pone en riesgo la cadena alimentaria.
El vertido de 1.500 toneladas de petróleo registrado en el mar Amarillo como consecuencia de la explosión de un oleoducto en el puerto de la ciudad china de Dalian (provincia de Liaoning), el viernes de la semana pasada, es una «grave amenaza» para la vida marítima y la calidad del agua de la zona y podría tener un fuerte impacto medioambiental durante más de una década, según expertos y ecologistas. La Administración Estatal de Seguridad en el Trabajo dijo ayer que el accidente fue causado por una inyección inadecuada de un agente desulfurizador en la conducción de descarga del crudo de un petrolero.
Un total de 40 barcos especializados y cientos de pesqueros han sido desplegados para limpiar el combustible, que se ha extendido a lo largo de más de 90 kilómetros de costa y ha contaminado una superficie de 1.000 kilómetros cuadrados. Los equipos de limpieza han desplegado 15 kilómetros de barreras para contener la propagación del crudo y han empleado 23 toneladas de bacterias devoradoras de petróleo.
Greenpeace, que cuenta con una importante estructura en China, ha asegurado que la población no ha sido advertida suficientemente de los riesgos sanitarios del vertido, y ha criticado que muchos de los participantes en las labores de limpieza no utilicen ninguna protección y estén trabajando con las manos desnudas. Un bombero de 25 años murió ahogado el martes pasado mientras participaba en los trabajos.
«Muchas playas no han sido cerradas a los visitantes y no hay carteles de advertencia. Como consecuencia, vecinos y visitantes, ajenos a la extensión del vertido, estaban jugando en el agua con sus hijos, con riesgo de entrar en contacto con el petróleo», dijo ayer la organización en un comunicado. Greenpeace afirma que el grueso de la tarea lo llevan a cabo pescadores que «no tienen siquiera mascarillas ni saben que deben proteger la piel del contacto con el crudo». «Pedimos encarecidamente al Gobierno que envíe a personal profesional».
Las autoridades se han mostrado confiadas en su capacidad para luchar contra el desastre y han insistido en que la situación no es comparable a la del golfo de México. Las 1.500 toneladas equivalen a unos 400.000 galones, cuando el vertido estadounidense de BP asciende a entre 94 y 184 millones de galones. China National Petroleum Corporation (CNPC), el mayor grupo petrolero del país y propietario de la conducción que explotó, aseguró el jueves que más de 400 toneladas han sido recogidas ya. Pero Zhao Zhangyuan, del Instituto de Investigación de Ciencias Medioambientales de China, ha afirmado en la prensa local que el impacto sobre la vida marítima y humana podría durar 10 años, debido a la entrada de la contaminación en la cadena alimentaria. «El efecto más crítico es para la salud humana. Cuando el petróleo se descompone, las sustancias que son producidas, muchas de ellas cancerígenas, pueden causar graves daños ecológicos», ha señalado.
El desastre ha obligado a prohibir la pesca en Dalian, una agradable ciudad que cuenta con una importante industria pesquera. El turismo también se ha visto afectado. Varias playas de la zona han sido cerradas. En algunas, la capa de petróleo ha alcanzado 30 centímetros de espesor.
El vertido se produjo después de que un oleoducto de 0,9 metros de diámetro explotara junto a un tanque de almacenamiento, lo que provocó que otra conducción más pequeña también estallara. El consiguiente incendio generó llamas de 30 metros.
La Administración de Seguridad en el Trabajo asegura en su informe que la catástrofe se produjo cuando los empleados de dos contratas que estaban trabajando para CNPC continuaron inyectando desulfurizador en el oleoducto después de que el barco hubiera descargado. El agente químico, según la agencia, era «extremadamente oxidante». Los investigadores han descubierto que los sistemas de emergencia y de control de incendios en la terminal petrolera no funcionaron después de que el fuego dañara los cables eléctricos, lo que impidió cerrar las válvulas del tanque de combustible. «La gestión fue caótica», señala el informe.